Son puentes para llegar al otro, andamiajes afectivos y efectivos que nos permiten, de una manera lúdica y amable, acercarnos a los niños y adultos para establecer espacios comunicacionales en los cuales podamos tratar, compartir, debatir y aprender mutuamente de los diversos temas que nos convocan, y que en definitiva nos animan a soñar un mundo mejor, dice Elena Santa Cruz para referirse a las mantas, cajas, valijas antiguas, carteras, paraguas y demás elementos cotidianos que transforma en objetos lúdicos.
Desde hace 35 años esta docente, titiritera y voluntaria recorre con ellos diferentes espacios educativos, hospitales, cárceles, refugios y hogares de Argentina y otros países.
Los proyectos que describe en esta obra son, antes que nada, portadores, transmisores, constructores y provocadores de significados. Cada uno de ellos tiene una razón de existir, que pasa por dar cuenta de principios éticos y convicciones ideológicas que les otorgan un lugar preponderante en los procesos educativos.
Prólogo
Ruth Harf
Abriendo la puerta para ir a jugar
Introducción.
¿Por qué hablamos de objetos lúdicos mediadores de ternura?
Títeres.
De muñecos a objetos dramáticos
Mantas.
Acunando las emociones
Susurradores.
Promoviendo la escucha profunda
Pequeños universos portátiles (Pup).
Espacios de encuentros mínimos
Abrazadores y acariciadores.
A distancia, pero en contacto
Delantales.
Un recurso escenográfico
Escenarios lúdicos.
Lugares que acunan el juego
Cajas.
Un andamiaje para potenciar la comunicación
Kamishibai.
Un universo repleto de historias
Nubes, paisajes y valijas.
Cuando lo cotidiano se transforma
Carteras.
Contando sueños
Caleidoscopios y tocadiscos.
Música y colores mágicos
Lo comunitario.
Una oportunidad de potenciar sueños
Hasta el próximo encuentro
¡Además!
Bibliografía
Sitios web
Videos